Himno del Gloria ✝️⛪



Dejemos ya esté abuso Litúrgico.
En el Himno del Gloria
Y no solo en el, Sino sobre todo el Rito de la Misa, pues merece nuestro Respeto


HIMNO DEL GLORIA 

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros,
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.




Aclamaciones laudatorias.
Kyrie eleison (Señor, ten piedad) es una antigua fórmula en que se proclama queel Hijo (Kyrie) conoce nuestra condición humana (eleison), pero que venció elpecado del mundo por la Resurrección adquirió el nuevo nombre de "Señor". Esuna confesión proclamación del Señorío de Cristo Resucitado sobre lahumanidad su historia. Por esto es una Aclamación Cristológica, no trinitaria,dirigida Cristo, Señor por excelencia.
EL GLORIA es un himno antiquísimo (siglo II) con el cual la iglesia reunida en el Espíritu Santo, alaba al Padre y suplica al Hijo, Cordero y Mediador. Es una alabanza a Dios de la Iglesia primitiva


Criterios:


•Tanto el Señor, ten piedad, como el 
Gloria, son cantos de la Asamblea, no elementos presidenciales.

•El Señor, ten piedad siempre se 
canta o recita, a no ser que se  haya utilizado en el tercer esquema del rito penitencial. Se le puede agregar a 

cada invocación un tropo (breve invitación) que resalte el aspecto

 laudativo de 

este canto cristológico.


•Como himno el Gloria debería 

ser 
siempre cantado. El canto o la 
recitación pueden hacerse en forma alternada 
dos coros, la asamblea y el coro.


•El Gloría, es un himno cuyo texto 
litúrgico está ya determinado,  por lo que no es lícito cambiarlo por otro canto, lo que puede variar es la composición musical, siempre conservando el 
texto

Tomado de las orientaciones del canto y música...

 


Gloria a Dios en el cielo

53. El Gloria es un himno antiquísimo y venerable con el que la Iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y glorifica y le suplica al Cordero. El texto de este himno no puede cambiarse por otro. Lo inicia el sacerdote o, según las circunstancias, el cantor o el coro, y en cambio, es cantado simultáneamente por todos, o por el pueblo alternando con los cantores, o por los mismos cantores. Si no se canta, lo dirán en voz alta todos simultáneamente, o en dos coros que se responden el uno al otro.

Se canta o se dice en voz alta los domingos fuera de los tiempos de Adviento y de Cuaresma, en las solemnidades y en las fiestas, y en algunas celebraciones peculiares más solemnes.

Tomado de la instrucción general del misal romano.



​​Gloria
(himno de Gloria)
​Por
Wilson Cobaleda Cárdenas, Pbro.
​1.
GLORIA
​1.1
Ubicación
​1.2 A lo
largo de la historia
​1.3 El
Gloria según la IGMR
​1.4
Actores del Gloria
​1.5 El Gloria hoy
​1.6
Aspectos para tener en cuenta a la hora de elegir este
canto
​2.
CONCLUSIONES ​3.
BIBLIOGRAFIA
​1.
GLORIA
​1.1
Ubicación
​La
Instrucción General del Misal Romano (IGMR) ubica el himno de
Gloria como ​parte de los
ritos iniciales de la misa, que en su orden son: el canto de
entrada, el ​saludo
inicial, el acto penitencial, el Señor, ten piedad, el
Gloria y la Oración Colecta. ​Estos ritos tienen por finalidad
disponer a los fieles que se han congregado para ​celebrar como conviene la liturgia
de la Palabra y de la Eucaristía1 .
​El himno
de Gloria, al tiempo que participa de esta finalidad, tiene su
propio sentido ​dentro del
rito que acompaña. En la eucaristía no siempre se canta este himno;
está ​conservado para
algunas celebraciones dependiendo del tiempo litúrgico y de la
​fiesta. Con esta breve
ubicación, acerquémonos entonces a su origen y evolución ​dentro del culto cristiano.
​1 Cf.
Instrucción General del Misal Romano (IGMR) 46.
​​1.2 A lo
largo de la historia
​El
Gloria tiene su origen en la Iglesia primitiva, específicamente en
un conjunto de ​himnos usados
por la comunidad cristiana, que siguen una estructura semejante a
la ​de los salmos e himnos
neotestamentarios empleados en la oración matutina. Los ​creyentes les llamaban psalmi
idiotici, es decir, composiciones propias, sencillas,
​distintas a las halladas en
la Sagrada Escritura, en tiempos en que la Iglesia naciente
​llena de fervor buscaba
componer himnos en honor del Señor. Estos psalmi idiotici
​fueron prohibidos por el
Concilio de Laodicea (341-380) debido a que algunas ​composiciones de este tipo estaban
impregnadas de ideas heréticas de la época. Así ​pues, fueron sustituidos por los
salmos e himnos bíblicos2 . Sin embargo, el
Gloria ya ​había tomado
fuerza dentro del culto cristiano.
​Su origen
se remonta muy posiblemente al siglo II o III d.C. Su melodía
primitiva ​era más un
recitativo que un canto como lo entenderíamos hoy. Por medio de
este ​himno los creyentes,
desde su propia realidad, alababan a Dios, le agradecían y le
​suplicaban. A propósito de
ello, Cabrol escribe: «Es [el Gloria], ante todo, una ​oración, un grito del alma; el arte
apenas deja traslucir su obra, sólo ​ha intervenido discretamente para
eliminar todo adorno inútil, y dar al ​pensamiento la expresión que le
avalora. Bajo este punto de vista, ​nuestro himno es una obra maestra en
miniatura, es la poesía sobria y ​apacible de aquella sociedad cuyos
pintores representaban sobre los muros ​de las catacumbas una orante en pie
con las manos extendidas, los ojos al ​cielo en la paz tranquila de la
contemplación»3 .
​El libro
VII de las Constituciones apostólicas (380), conserva un
texto de este estilo ​cuya
alabanza es dirigida a Dios Padre por medio de Jesucristo. Su
redacción es muy ​similar a
la redacción siria del mismo himno, aunque esta última intercala
​afirmaciones sobre la
esencia de Dios4 . En su origen el Gloria
no fue pensado para ​ser
usado en la celebración cotidiana de la misa, sino como cántico de
acción de ​gracias para ser
entonado en la oración de la mañana y en ocasiones especiales. En
​tiempos de san Cesáreo,
por ejemplo, se entonaba en las laudes, y el obispo san ​Hilario (s. IV) muy posiblemente lo
dio a conocer en la Galia. También se conserva ​un manuscrito llamado el Codex
Alexandrinus de la Biblia (s.V) en el cual se presenta
​2 Cf. M.
KUNZLER, La liturgia de la Iglesia, EDICEP, X, Valencia
1999, 320-321.
​3 F. CABROL,
La Antigua oración de la Iglesia, Excelsa, Argentina 1947,
162.
​4 Cf. T.
BAUMANN, S.J., La misa Romana, El mensajero del corazón de
Jesús, Bilbao 1954, 75-76.
​​este himno
escrito en griego, con características muy similares al texto
actual. Los ​griegos llamaban
a este himno “doxología mayor” para diferenciarlo de Gloria
Patri5 . ​Vagaggini, a propósito de la
antigüedad del Gloria, afirma: «El Gloria in excelsis ​Deo et in terra pax hominibus bonae
voluntatis, que ellos [los ángeles] ​cantaron en el nacimiento de Jesús,
fue tomado, a lo que parece, desde la ​más remota antigüedad cristiana como
principio de la gran doxología, que ​se presenta de este modo como una
paráfrasis y una ampliación del himno ​angélico, y pasó, al menos a partir
del siglo IV, a la liturgia antes de ​maitines, y luego, en Occidente,
también antes de la Misa»6 . Posiblemente a
​comienzos del siglo VI ya
se cantaba el Gloria en la misa solemne del día de Pascua.
​El Liber
Pontificalis (530) relata que este himno se entonaba en la
«Misa de Gallo» y ​que el
Papa Símmaco (498-514) lo vinculó a la misa dominical y a la fiesta
de los ​mártires en Roma,
pero presididas por el obispo.
​La versión
latina más antigua del Gloria la encontramos en el antifonario
de Bangor ​(690), que
lo ubica en el rezo de las laudes y de las vísperas. En esta
versión del ​Gloria se
identifican tres partes: la primera, el anuncio de los ángeles en
la natividad ​del Señor
según nos lo narra san Lucas (2,14)7 ; la
segunda, la alabanza y ​agradecimiento al Padre con la
invocación a la Trinidad; y la tercera, referida a Cristo
​y al Espíritu Santo. Esta
versión presenta especialmente al Padre y al Hijo como el
​tema de la Gloria. En
cuanto a la alabanza y súplicas al Hijo de Dios, Jungmann dice:
​«La invocación a Cristo
empieza bajo forma de letanía. Tres veces se ​rememora su condición de Redentor
del humano linaje: aludiendo su Pasión ​(“Cordero de Dios”), ensalzando su
glorificación (“Tú que estás ​sentado a la derecha del Padre”), y
pidiéndole perdón por nuestros ​pecados (“Ten piedad de
nosotros”)»8 . Aunque la referencia al
Espíritu Santo ​era breve
al final del himno, se le ubica en la misma dinámica de la gloria
de Dios ​Padre. De ello,
Jungmann en otro de sus escritos, afirma: «estas palabras no son
​una simple enumeración de
las tres personas divinas, ni en ellas se deja ​de tener clavada la mirada en
Cristo, sino que Él, a quien elevábamos ​nuestras súplicas, permanece en el
centro de nuestra atención como el
​5 Cf. Ed.
equipo de Lasalianos. [Explicación de la santa misa, Madrid
1959.], III, p.3.
​6 C.
VAGAGGINI, O.S.B., El sentido teológico de la liturgia, BAC,
Madrid ²1965, 340.
​7 Muchos
himnos en prosa empezaban con un texto bíblico, para dar al canto
el acento religioso y ​propiamente cultual. El himno de
Gloria no es la excepción al iniciar con la alabanza de los
ángeles.
​8 J.A.
JUNGMANN, Breve historia de la misa, Phase 157, Barcelona
2006, 35.
​​transfigurado que con el Espíritu
Santo está en la gloria de su Padre, ​que poseía ya antes de que el mundo
fuese (Jn.17,5), y donde ahora vive y ​reina por los siglos de los
siglos»9 . Podemos decir entonces, que el
himno de ​Gloria es una
doxología a las Personas de la Trinidad, pero dominada por la idea
de ​Dios Padre y su Hijo
Jesucristo.
​En cuanto al
uso del Gloria en la misa de navidad no todos los estudiosos
coinciden ​en la fecha en la
cual pudo recitarse el himno en esta celebración, e incluso algunos
​no mencionan la misa de
navidad al hablar del Gloria. El Liber Pontificalis atribuye
al ​Papa Telesforo (+ 154)
la introducción del Gloria en la misa de Nochebuena; pero
​resulta ser una afirmación
sin argumentos, pues en Roma para ese tiempo aún no se ​celebraba la fiesta litúrgica de
Navidad10 . Sin embargo, el anuncio de los
ángeles con ​el cual inicia
el himno hace pensar que muy seguramente era querida su entonación
​en la navidad. La primera
referencia segura respecto al Gloria en la misa de navidad
​se tiene en una homilía de
san León Magno (+ 461) en la cual se menciona este ​canto. Dionisio Borobio afirma que
el Gloria se introdujo para la fiesta de navidad, ​pero siempre reservado al
obispo11 . Alcalde sostiene que
posteriormente el himno lo ​podían entonar también los
sacerdotes: «Se incorporó a la liturgia romana con ​ocasión de la liturgia de Navidad,
por empezar con las palabras del canto ​de los ángeles en Belén (Lc 2,14).
Primeramente lo incorporaron los ​obispos a la misa de Navidad, hacia
el siglo VI, extendiéndose después a ​los presbíteros por imitación del
obispo»12 .
​En el
siglo VIII el Gloria era utilizado en la misa episcopal, mientras
que los ​sacerdotes lo
cantaban únicamente en la misa de Pascua, según lo atestigua el
​Hadrianum (785).
Amalario (s.IX) consideraba que el Gloria era un himno de uso
​habitual dentro de la
misa, excepto en los días penitenciales. Sin embargo, en ese
​mismo siglo el liturgista
Bernón de Reichenau se quejada de que se le prohibiera al
​sacerdote entonar este
himno en el día de navidad13 . Más allá de
señalar una fecha ​precisa
sobre el uso del Gloria por parte del obispo y de los presbíteros
en la
​9 J.A.
JUNGMANN, El sacrificio de la misa, BAC, Madrid 1951,
457.
​10 Cf. M.
RIGHETTI, Historia de la Liturgia II, BAC, Madrid 1956,
189-191.
​11 D.
BOROBIO, La celebración en la Iglesia II. Sacramentos,
Sígueme, Salamanca ³1994, 393-394.
​12 A.
ALCALDE, El Canto de la Misa, Sal Terrae, Santander 2002,
49.
​13 Cf.
BAUMANN, S.J., La misa Romana, 79.
​​celebración
de la misa, Righetti afirma: «...lo cierto es que fuera de Roma
​hacía tiempo que los
sacerdotes habían empezado a decir también ellos el ​Gloria en la misa, y en la Urbe se
acabó por introducirlo igualmente poco ​tiempo después»14 . Ya en el siglo XI, era común entonar el himno de
Gloria en las ​celebraciones.
El Micrólogo de este siglo relata que el himno se omitía en
Adviento, ​desde Septuagésima
hasta Pascua y en la fiesta de los Inocentes. Finalizando el siglo
​XIII, en el Pontifical de
Guillermo Durando se encuentra una serie de ordenamientos
​que prohibían este canto en
ciertas celebraciones15 . Al himno de
Gloria se unieron ​los
tropos que luego fueron suprimidos por la reforma de Pío V
en el siglo XVI. ​Posteriormente este himno se verá
enriquecido a nivel musical por la polifonía.
​En
síntesis, podemos decir que el Gloria fue tomando su lugar poco a
poco dentro de ​la
celebración cristiana: primero, recitado en la oración de la mañana
en la Iglesia ​primitiva;
luego vinculado a las laudes y vísperas; después, usado en algunas
​celebraciones y reservado
al obispo; posteriormente, recitado por los sacerdotes ​hasta llegar a ser habitual su uso
en la celebración eucarística a partir del siglo XI16 .
​En cuanto
al modo de cantar el Gloria, Martimort afirma: «La extremada
sencillez ​de los más
antiguos tonos de Gloria, en modo silábico, muestra que ​ciertamente era cantado por el
pueblo en la alta edad media»17 . Así mismo
​Jungmann al referirse a
aquellos que cantaban el Gloria, agrega: «El Gloria, al ​contrario de los kyries, se cantaba
siempre, pero no por un coro, sino ​por toda la comunidad. Sin embargo,
pronto lo empezó a cantar el clero ​que en el presbiterio o coro asistía
a la misa. El papa lo entonaba ​delante de su cátedra mirando hacia
Oriente, donde estaba el pueblo»18 . El
​Gloria llegó a ser cantado
regularmente por los clérigos a una sola voz o a dos coros.
​El himno, como lo tenemos
ahora, tomó su forma durante el siglo VIII, rico en ​títulos para referirse al Padre y al
Hijo19 . En Roma el Gloria era entonado
sólo por la
​14 RIGHETTI,
Historia de la Liturgia II, 191.
​15 Cf. Cf.
La liturgia, eucaristia: teología e storia della
celebrazione, ed. S.Marsili et alii (Anámnesis 3/2), ​Marietti, Casale Monferrato 1983,
205.
​16 Algunos
autores sugieren que el uso común del Gloria en las celebraciones
se dio a partir del siglo XIII.
​17 A.G.
MARTIMORT, La Iglesia en oración, Herder, Barcelona 1964,
373.
​18 JUNGMANN,
El sacrificio de la misa, 459.
​19 Cf.
CABROL, La Antigua oración de la Iglesia, 159-162.
​​schola a comienzos del siglo
XII. A partir de este siglo empezó a recitarse en el ​centro del altar y un siglo después
era cantado por todo el pueblo.
​En tiempos
del Concilio Vaticano II (1962-1965) el Gloria in excelsis
se decía después ​del
Kyrie eleison, estando el sacerdote en medio del
altar20 . Durante la reforma se ​discutieron dos aspectos entorno a
este himno: su permanencia en la liturgia de la ​misa, y el lugar que debía ocupar
dentro de ella. Los encargados de orientar esta ​discusión sabían que desde la iglesia
primitiva hasta ahora el Gloria era un himno de ​alabanza y de súplica a Dios, y que,
cantado por la comunidad cristiana, promovía la ​participación activa de los fieles
según el espíritu del Concilio Vaticano II. Así pues, ​al final se mantuvo como parte de
los ritos iniciales de la misa21 .
​El Gradual
Romano dice que este himno lo inicia el sacerdote o el cantor,
entre otras ​alternativas.
Además, ofrece varias posibilidades para cantar el Gloria en
latín dentro ​de la
misa22 . El Gradual Simple, a su vez,
presenta algunos modos más sencillos para ​entonar este himno23 .
​1.3 El
Gloria según la IGMR
​La
Instrucción General del Misal Romano24
(IGMR) señala que, terminado el Señor, ​ten piedad, sigue el himno de
Gloria. En el número 53 se lee:
​53. El
Gloria es un antiquísimo y venerable himno con que la Iglesia,
congregada en ​el Espíritu
Santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero y le presenta sus
súplicas. El ​texto de este
himno no puede cambiarse por otro. Lo entona el sacerdote, o según
​los casos, el cantor o el
coro, y lo cantan o todos juntos o el pueblo alternando con
​los cantores, o sólo la
schola. Si no se canta, al menos lo han de recitar todos, o
​juntos o a dos coros que
se responden alternativamente.
​Se canta o
se recita los domingos, fuera de los tiempos de Adviento y de
Cuaresma, ​en las
solemnidades y en las fiestas y en algunas peculiares celebraciones
más ​solemnes.
​20 Cf.
Missale Romanum, editio typica, Roma 1962.
​21 Cf. M.
BARBA, La reforma concililiare dell’«Ordo Missae»,
CLV-Edizioni Liturgiche, Roma ²2008, 229-233.
​22 Cf.
Graduale Romanum, Kyriale, Editio 1974, Abbaye Saint-Pierre
de Solesmes 1979, 709-797.
​23 Cf.
Graduale Simplex, In usum minorum ecclesiarum, Editio typica
altera 1975, Lib.Editrice Vaticana, Roma ​2007,20-49.
​24 La IGMR a
la cual nos referimos, forma parte de la tercera edición típica
latina del Misal Romano, del año ​2002.
​​Sentido de
este número:
​Destaca la
importancia del himno al afirmar que desde antiguo la comunidad
​cristiana lo usaba con
grande reverencia para glorificar al Padre y al Hijo por el
​Espíritu Santo.
​ Vale la
pena anotar también que es la Iglesia “congregada” en el Espíritu
​Santo, “reunida”, “en
asamblea litúrgica”, quien dirige este himno de alabanza a
​Dios. La misa es la
celebración que reúne a los fieles para que en comunidad ​glorifiquen al Señor.
​ Es un
himno para glorificar al Padre y al Hijo, bajo la fuerza del
Espíritu que ​nos lleva a
alabarles. En cuanto a las súplicas, están dirigidas a Cristo que
quita el ​pecado del mundo
y está sentado a la diestra del Padre.
​ Este
número es muy claro en afirmar que la letra del himno es la que se
canta ​o se recita, y no
otra. En muchas celebraciones se cae en la tentación de cambiar el
​himno de Gloria por otro
canto, por el simple hecho de tener la palabra “gloria” o
​por rendir alabanza a la
Trinidad, pero sin mantener el carácter que define a cada
​una de las Personas
divinas según el texto del himno.
​ Por lo
general, el himno lo inicia el sacerdote o, en otros casos, el
solista o el ​coro, para
que el pueblo se una al canto. Se puede cantar al unísono o a dos
coros ​alternando
(cantores-pueblo), o sólo la schola25 .
​ Si no se
canta, se debe recitar del modo antes dicho. Sin embargo, las
palabras ​de san Agustín
nos invitan a cantarlo siempre: « ¿Sabéis qué es un himno? Un
​cántico que alaba a Dios.
Si alabas a Dios y no cantas, no profieres ​himno; si cantas y no alabas a Dios,
tampoco profieres himno. Si alabas ​algo que no pertenece a la alabanza
de Dios, aunque cantando alabes, no ​profieres himno. Luego el himno
lleva consigo estas tres cosas: cántico, ​alabanza, y ésta de Dios. Luego la
alabanza de Dios en el cántico se ​llama himno»26 .
​25 Se
entiende aquí que la schola sola cantaría el Gloria,
debido a la calidad de la composición y, por ende, a ​la exigencia musical necesarias para
cantar este himno, lo cual no es fácil para la asamblea.
​26 San
Agustín, Enarraciones sobre los Salmos, 148, 17, en Obras
de san Agustín Vol. XXII, Edic. Balbino ​Martín Pérez, BAC, Madrid 1967,
pag.896.
​​
Finalmente, el número 53 nos dice cuándo se debe cantar o recitar
el Gloria: ​siempre en las
solemnidades y en las fiestas, durante todos los domingos excepto
en ​Adviento y Cuaresma, y en
algunas celebraciones extraordinarias.
​1.4
Actores del Gloria
​El numeral 53 de la
IGMR, menciona quiénes son los responsables de cantar el ​Gloria, a saber:
​El
sacerdote: por lo general él introduce el himno de Gloria para que
la gente ​lo siga. Si quien
preside tiene cierta dificultad para cantar esta primera
entonación, ​la puede hacer
el coro o un cantor. En caso de que se recite, el sacerdote lo
inicia ​para que los fieles
se unan al himno, y a una voz lo proclamen.
​El cantor
o el coro o la schola: aunque ya hemos dicho que ésta última lo
​cantaría sola. En este
punto considero que el “coro” se refiere más que todo al grupo
​conformado por varias
personas entre instrumentistas y vocalistas que, en el ​ejercicio de su servicio musical
durante la eucaristía, saben que su estilo y ​especialidad no es la polifonía, ni
el canto en latín, como sí lo es de quienes hacen ​parte de la schola.
​Se
debe evitar que el Gloria lo cante sólo el coro o una parte de la
asamblea o el ​sacerdote.
Aquí la participación en el canto es de todos, excepto cuando la
schola ​está
presente. A propósito de ello, Basurko escribe: «Los sencillos
cantos del ​ordinario como
el Kyrie, Gloria, Sanctus etc., se han convertido en ​cantos clericales o corales: son
asunto exclusivo del clero o de laicos ​asimilados, expertos en música, que
se revisten de hábito coral. Así ​nació el coro de cantores cuya
música se convertirá más tarde en ​polifonía. Como vemos, el
enriquecimiento creciente de la música ​litúrgica va acompañada del mutismo
cada vez más acentuado del pueblo»27 .
​Al respecto, comparto la
opinión de Basurko, no pensando simple y llanamente en la
​schola, pues su
calidad musical en muchos momentos lo exige, y en la mayoría de
​nuestras parroquias no se
cuenta con ella. Pienso sobre todo en muchas ​celebraciones litúrgicas donde el
solista (cantor) o el coro, entonan una serie de ​cantos, -en que el Gloria no es la
excepción-, que, en su mayoría no son conocidos ​por la asamblea, mostrando a esta
última pasiva al momento del canto y, al mismo ​tiempo, deseosa de participar en
ellos. Aquí viene entonces la labor de ir enseñando ​a la comunidad cantos nuevos, para
involucrarla poco a poco en la celebración.
​27 X.
BASURKO, Historia de la Liturgia, Biblioteca litúrgica,
Barcelona 2006, p.287.
​​1.5 El
himno de Gloria hoy
​El
himno de Gloria se dice en la eucaristía dominical, en las fiestas
y solemnidades, ​salvo
algunas excepciones. Hace parte de los ritos iniciales de la misa,
cantado o ​recitado después
del Señor, ten piedad. El contenido de este himno se
concentra ​esencialmente en
dos aspectos: uno, por él la Iglesia glorifica al Padre y a su Hijo
​Jesucristo; y dos, a través
de él la Iglesia suplica a Jesucristo. Esta disposición para
​rendir gloria al Padre y al
Hijo se alcanza mediante la acción del Espíritu Santo que
​nos congrega en torno a la
mesa del Señor, y dispone nuestro corazón para la ​alabanza y la súplica. Es el Espíritu
Santo quien nos hace reconocer las maravillas del ​Señor, y convertirlas en canto para el
Padre y el Hijo. Con ello se cumple el pasaje ​del Nuevo Testamento que dice: «nadie
puede decir “Jesús, es el Señor”, si ​no está movido por el Espíritu
Santo» (1 Co.12, 3). De ese gozo celestial la ​Iglesia entera se contagia, y
glorifica al Padre y al Hijo en el Espíritu.
​Dionisio
Borobio, nos presenta una clara y breve explicación del himno de
Gloria: ​«Es un himno
trinitario, aunque centrado sobre todo en el Padre y en ​Cristo. […]. Empieza con las
palabras que Lucas pone en labios de los ​ángeles en la noche del nacimiento
de Cristo: a Dios, gloria, y a los ​hombres, paz, que es sinónimo de
salvación. A los hombres “que ama el ​Señor”, como traducimos ahora, a los
que son objeto de la buena voluntad ​de Dios. Siguen las alabanzas al
Padre, con repetición enfática de ​sinónimos tanto en nuestra actitud
de alabanza (te alabamos, te ​bendecimos, te adoramos) como en los
nombres de Dios (Señor Dios, Rey ​celestial). También la alabanza a
Cristo se hace con entusiasmo (Hijo ​único, Jesucristo, Cordero de Dios,
Hijo del Padre), para desembocar en ​una letanía (tú que quitas el pecado
del mundo) y en aclamaciones (tú ​sólo Santo, tú sólo Señor), y acabar
el conjunto con una doxología en la ​que se incluye al Espíritu Santo. Es
en verdad un canto completo: ​alabanza, entusiasmo, doxología y
súplica. Un canto que resuma alegría, ​confianza, humildad, y que da al
inicio de la eucaristía un tono de ​festividad: la mirada de la
comunidad está puesta en Dios (“por tu ​inmensa gloria te
alabamos”)»28 .
​El himno
de Gloria, por lo tanto, debe ser verdadera expresión de alegría
por parte ​de la Iglesia
que, fragante del aroma del Espíritu Santo, glorifica al Padre y al
Hijo y a ​este último le
dirige sus súplicas, pues Cristo ya reveló que tiene piedad de
nosotros, ​y que atiende
nuestras peticiones. Esta glorificación a Dios por parte de la
​28 BOROBIO,
La celebración en la Iglesia II. Sacramentos, 393-394.
​​comunidad
que se reúne para celebrar la eucaristía, es la que nos dispone
​verdaderamente para
participar con gozo en la mesa de la palabra y de la
eucaristía.
​El himno,
con toda la fuerza que tiene, no puede convertirse en un canto o
​recitación rutinaria,
añadida, pesada, extensa y distractora al inicio de la misa. Quien
​así lo vive y lo proclama
es porque no ha entendido aún su sentido. Y los primeros ​responsables de ello deben ser
quienes tienen a su cuidado la formación en la ​catequesis presacramental, los
ministros que ejercen su servicio durante la eucaristía ​y, mucho más, el sacerdote que
preside la celebración.
​Al
reconocer el Gloria como “canto” de la comunidad, se necesita que
surjan ​compositores y
composiciones musicales de este himno que respeten su texto, con
​una melodía fácil (que no
quiere decir mediocre ni de poca calidad) y que sea ​agradable y captable por el corazón
y el oído de la asamblea.
​1.6
Aspectos para tener en cuenta a la hora de elegir este
canto
​
El tipo de asamblea que tomará parte en la celebración (niños o
comunidad ​juvenil o
adultos en su mayoría o ancianos, etc.). Con niños, por ejemplo, se
​puede usar un estilo más
festivo del himno que con los ancianos.
​ La
melodía utilizada para el Gloria debe contribuir a elevar los
corazones de los ​fieles
para rendir gloria al Padre y al Hijo, y para suplicar con fe a
Jesucristo.
​ Debe
ser de fácil entonación y agradable al oído, de modo que la
asamblea no ​tenga
dificultad en aprenderlo y cantarlo durante la misa.
​ Lo
ideal es que la asamblea lo cante, por lo que se debe pensar en
cual alternativa ​es la
más adecuada al momento de entonarlo, por ejemplo, alternando entre
coro ​y pueblo o al
unísono.
​ Es
importante tener en cuenta qué cantos dentro de los ritos iniciales
se van a ​entonar (canto
de en entrada, Señor, ten piedad, Gloria) de modo que no se haga
​pesado y extenso este
rito.
​ No
olvidar que se debe respetar todo el texto del himno.
​ El
himno de Gloria dentro de la misa se canta siempre en las fiestas,
solemnidades ​y en
celebraciones especiales (por ejemplo, la fiesta patronal). También
los ​domingos, excepto en
los tiempos de Adviento y Cuaresma29 .
​ Si no
se canta, se recita. Esta es también una opción válida, según la
reforma ​litúrgica, aunque
se prefiera la primera: «Como himno, esta gran doxología
​29 En
Adviento no se dice Gloria, pues se reserva para la navidad,
en unión con los ángeles que proclaman el ​nacimiento del Señor. De igual
modo, no se dice en Cuaresma, si no que se reserva para la misa
Vespertina ​de la Cena del
Señor (Jueves Santo), y especialmente para la Vigilia Pascual
(Sábado Santo) cantando la ​gloria de Dios Padre en su Hijo
resucitado.
​​debe ser
cantada; el himno pierde su carácter lírico si se recita. El
​canto es más unánime cuando
las melodías son conocidas y no son ​constantemente renovadas»30 .
​2. C O
N C L U S I O N E S
​El
Gloria tiene su origen en la comunidad cristiana de los siglos
II-III, concretamente ​en
un conjunto de himnos (psalmi idiotici) compuestos por
algunos cristianos. Su ​melodía era más un recitativo que
un canto, con el cual alababan a Dios y le ​suplicaban. En las
Constituciones Apostólicas (s.VII) se conserva un texto de
estas ​características con
el que se alaba al Padre por medio de Jesucristo. Un siglo más
​tarde, en el Codex
Alexandrinus (s.V) se halla este himno con características
​similares al texto
actual. El Liber Pontificalis (s.VI) relata que el Papa
Símmaco ​introdujo el
himno en la misa dominical y en la fiesta de los mártires de Roma,
​además de recitarse ya en
la «Misa de Gallo», pero sólo cuando presidía el obispo. En
​el antifonario de
Bangor (s.VII) leemos la versión latina de este himno, usado en
el ​rezo de laudes y
vísperas. Su texto dirigía la gloria al Padre y al Hijo,
introducido por ​el
anuncio de los ángeles en la noche de navidad y finalizado con una
breve ​referencia al
Espíritu Santo. Entre los siglos VI y X el Gloria era recitado en
algunas ​celebraciones
presididas por el obispo. Más tarde, a los presbíteros se les
permitió ​entonarlo en la
Pascua y poco a poco en las mismas celebraciones del obispo. Su uso
​se amplió a otras
fiestas. A partir del siglo XI el himno de Gloria volvió a ser
canto ​de todo el pueblo
como en la comunidad primitiva. Posteriormente se unieron al
​Gloria los tropos,
pero en la reforma de Pio V (siglo XVI) desaparecieron. Luego, la
​polifonía formó parte de
las grandes composiciones del Gloria.
​Con la
reforma litúrgica del Concilio Vaticano II el Gloria se mantuvo en
los ritos ​iniciales de la
misa como himno para glorificar al Padre y al Cordero y dirigir
​súplicas a Jesucristo. El
Gloria está enmarcado por la alabanza al Señor, así:
​30 ALCALDE,
El Canto de la Misa, 54.
​​a) Su
inicio está inspirado en las palabras que los ángeles dijeron a los
pastores en
​Belén la
noche de Navidad. ​b) Luego
se proclama la gloria inmensa del Padre, que lleva a los hombres a
​alabarle, bendecirle,
adorarle, glorificarle, darle gracias, y reconocerle como
​Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
​c) Después
se recitan las alabanzas dirigidas a Cristo: Señor, Hijo único,
Jesucristo, ​Cordero de
Dios, Hijo del Padre, vencedor del pecado y de la muerte, sentado a
​la diestra del Padre, sólo
él Santo, Altísimo.
​d) El
Gloria concluye con un final majestuoso proclamando al Hijo y al
Espíritu ​Santo como
partícipes de la misma gloria del Padre.
​El Gloria
es canto normalmente de toda la comunidad que se reúne para
celebrar la ​eucaristía,
con varias alternativas al momento de entonarlo, siempre y cuando
se ​mantenga y respete el
texto del himno. Así mismo, está reservado para las fiestas y
​solemnidades de la
liturgia cristiana y para los domingos que no hacen parte del
​Adviento y la Cuaresma.
El Gradual Romano y el Gradual Simple ofrecen varias ​alternativas para cantar el himno.
Se deben componer melodías que conserven el ​texto del himno y el carácter que
lo identifica, de modo que los fieles, al cantarlo, ​glorifiquen al Padre y al Hijo por
medio del Espíritu.
​3. B I
B L I O G R A F I A
​ALCALDE, A., El Canto de la
Misa, Sal Terrae, Santander 2002.
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